Historias cotidianas que solemos ignorar

Discapacidad

Discapacidad intelectual: «Para mí valgo oro»

Así es la vida de Estefanía Sancho Muñoz con discapacidad intelectual y física

“Yo tengo discapacidad, la mía es intelectual y también de los oídos. A mí de pequeña me operaron de los oídos seis o siete veces. Si lo que escucho no lo entiendo es muy difícil que se me guarde en el cerebro, por eso uso los cascos –me dice mientras señala los auriculares que lleva puestos durante nuestra videollamada– y si no llevo los cascos también tengo un audífono. Y también me pasa que a veces tengo dificultades para comprender. Si a mí no me hablan claro es muy difícil que llegue a entender lo que me están diciendo”.

“Para mí el mayor apoyo ha sido mi familia, sobre todos mis padres. Ellos me dijeron que tenía discapacidad y me lo explicaron. También te lo explican los médicos y en los centros como Plena Inclusión”.

Estefanía Sancho Muñoz tiene 27 años y es de Zaragoza.

Discapacidad intelectual y colectivo lgtbi

“Soy del colectivo lgtbi, yo soy bisexual. Estuve con una chica antes y ahora tengo novio. Cuando estuve con esa chica me abrió mucho los ojos en el sentido de que mientras ames a esa persona, lo demás no importa. Si tú amas a esa persona te tiene que dar igual lo que sea. Tenemos que avanzar de una vez. La familia tiene que aprender que sus hijos sean felices. A mí me pasó con mi madre –mi padre murió en 2011–. A ella le costó aceptar que estaba con una chica. Ahora me acepta, ha cambiado mucho, le abrieron los ojos los profesionales de Plena Inclusión Aragón. Ellos fueron mi apoyo, le dijeron a mi madre: te tiene que importar que tu hija sea feliz, deja de atarla, que así no aprende de la vida”.

“De la pareja mujer que yo tuve no oculté nada y me fui a contarlo a mi familia, siempre he sido clara y directa con los sentimientos. Pero una cosa es que tú lo cuentes y otra es cómo se lo tomen, no lo pasé nada bien. Fue una relación de cinco años, ella me engañó y lo dejamos. Luego empecé a salir con chicos y fatal, van y vienen –todos, ¿eh? Los que tienen discapacidad intelectual y los que no–, menos con el que estoy ahora. Mi novio no tiene discapacidad intelectual, llevamos ocho meses juntos y muy bien. Lo más importante es que con la persona que estés te trate bien”.

“Las personas con discapacidad intelectual nuestros padres son nuestra gran base –yo de niña no tenía amigos hasta los 17 o 18 años–y si no nos apoyan, cómo quieren que tiremos para adelante. Son sus hijos, los tienen que querer tal y como son, y punto. Estas cosas a mí me duelen porque lo he pasado y doy gracias a Plena Inclusión que abrió la mente a mi familia. Pero antes lo pasé mal, caí en depresión, tuve un ataque de ansiedad horrible”.

“A las personas con discapacidad intelectual les cuesta salir del armario porque no tienen a nadie que diga venga, sal, que no eres el único. No hay referentes de personas con discapacidad que salgan del armario, pero existimos, mi referente soy yo misma. En Plena Inclusión Aragón quisieron contar conmigo para que mujeres y hombres vieran a un referente conmigo. Somos personas ante todo y capaces, no somos ratas de laboratorio; cada uno dejamos una huella y hemos superado nuestra discapacidad con nuestra fuerza y valor. Hay gente que son ‘normales’ y parece que tienen la discapacidad ellos y no nosotros”.

“También me eligieron la representante del grupo de igualdad de género de Plena Inclusión Aragón. Yo soy la que va a Madrid –me encanta ir – y me reúno con el CERMI con el apoyo de un tutor. Lo que hago es dar cara a las mujeres con discapacidad, hemos luchado muchísimo y poco a poco hemos conseguido cosicas, pero aún queda. Por ejemplo, si hay violencia es más fácil que crean a una persona que no tiene discapacidad que a una con discapacidad. Vale ya de machismo”.

Sobreprotección de una persona con discapacidad intelectual

“Tengo que hacer mi vida, que tanto me lo merezco ya. Si los padres han tenido su vida, que nos dejen a nosotros, sobre todo a las mujeres con discapacidad, que nos tienen atadas. Llegas a adulta y estás como encadenada, no sabemos hacer nada. Vale que los padres tengan miedo, pero nosotras tenemos que aprender por nosotras mismas”.

“Yo he pasado por muchas cosas, la verdad. A los 15 años casi fui violada. Salí con mi fuerza de esa situación de peligro, algo me advirtió de que si no salía me iban a violar. Llegué a casa y se lo conté a mi madre. A las mujeres con discapacidad hay que seguir advirtiendo para que tengan cuidadito, que no todos son angelitos y van a lo que van. Hago un llamamiento a las familias, cuando tenemos discapacidad y los padres dicen que nunca vamos a tener relaciones, que no vamos a ser independientes o que no vamos a poder tener hijos es como que nos ponen barreras. Vale ya. He dado charlas sobre estos temas y te quedas a cuadros con lo que te cuentan. Hago un llamamiento a esos padres que no dan esa libertad a sus hijos. Podemos con todo lo que la vida nos ponga. Tenemos derecho a ser felices, a hacer nuestras vidas”.

“Vivo con mi madre y mi hermano. Me encantaría vivir independiente. A mí me vendría de lujo una pisico tutelado: sé fregar, sé lavar, sé escobar –barrer en aragonés–, sé hacer muchas cosas por mí sola. Me siento atada para según qué cosas, tema del dinero sobre todo. Por eso quiero trabajar, a mí los trabajos se me han dado un año o dos y se acabó, y así es muy difícil. Quiero trabajar para tener mi dinero y mi libertad. Vale que hay que ahorrar pero llevo ahorrando desde los 17 años. Cuando te sientes atada te sientes agobiada, agotada. Llegas a ese punto de decirte para qué nací, para qué estoy en este mundo si no puedo hacer mi vida”.

Foto cedida por Estefanía donde aparece junto a su madre y su hermano.

Discapacidad intelectual y acoso escolar

“Me gusta el anime y el manga, mi música favorita es el heavy metal y gótica. También me gustan muchas mujeres guerreras como Mónica Naranjo y Gloria Trevi. Me encanta pintar con rotulador –me enseña un dibujo muy bonito que ha hecho de Frida Kahlo–. Mi abuela me enseñaba a pintar. Me encanta también escribir poesía y eso me viene de mi madre, que escribía cuando era joven. Yo no me aburro. Un mundo donde existe el arcoíris, la felicidad, los sueños, ahí me lleva pintar, escribir”.

“No acabé el colegio, llegué a tercero de la ESO porque el colegio que yo iba no estaba nada adaptado. Así que lo tuve que dejar y me tuve que hacer un PCPI, que aparte de estudiar tienes que hacer cursos. Por mucho que iba a tutoría daba igual. Yo me quería juntar con los demás compañeros pero veía que no era igual que ellos. Mi madre luchó, es una guerrera, y si hubiera estado adaptado habría terminado la ESO, pero ahí se quedó la cosa. Que los colegios no estén adaptados es una gran injusticia. Muchas personas con discapacidad intelectual te quedas con las ganas, se te cierran las puertas. Somos capaces pero no me han dado la oportunidad. Es muy duro, la verdad. A mí me gusta mucho aprender y para mí fue una derrota. Valemos muchísimo pero si nuestro entorno no está adaptado es muy difícil”.

“Yo pasé bullying, no bajaba ni al recreo, me quedaba en la biblioteca a leer porque era el único sitio que estaba a gusto. Los libros eran una manera de liberar mi mente, de salir del entorno y de llegar a un mundo donde no me sintiera sola. Me encanta leer, me encanta la historia, la música, el arte, todo lo que cree imaginación. Las matemáticas me cuestan muchísimo porque no están adaptadas para mí, igual que el lenguaje. Me quedé con ganas de aprender inglés pero no lo entiendo, no me lo han adaptado. Intenté sacarme la ESO de adultos y lo mismo, sin adaptar. Y para muchos trabajos te piden la ESO y tener idiomas, y tú con tu cara de muy bien”.

“Nunca he dejado de estudiar, me he sacado muchísimos cursos: jardinería, lavandería y cocina, manipulación de alimentos, carpintería, monitora de tiempo libre, auxiliar de eventos. El de monitora de tiempo libre me lo saqué a la primera que para mi autoestima fue como ¡guau, hasta dónde llego! Y era sin adaptar, me quedé asombrada, no me lo esperaba. También tengo administrativo y ahora por las mañanas estoy haciendo otro de eso también. También soy voluntaria de Cruz Roja, del Ayuntamiento de Zaragoza y de Plena Inclusión Aragón, me encanta ayudar”.

“A mí me gustaría trabajar de cara al público y ojalá en los museos, eso sería muy bueno. También me encantaría trabajar con niños. Necesito que los trabajos estén adaptados, que no pidan más de lo que la persona puede dar. He trabajado de administrativo superagusto porque me han dado mi tiempo, mi espacio. Yo tengo dificultades a veces para entender las cosas y he tenido trabajos que me lo dicen de una forma que no entiendo o me explican algo y luego me cambian la tarea. Por ejemplo, si tengo que limpiar –también he trabajado de limpieza–, que tenga pictogramas y me digan de tal hora a tal hora tienes que hacer esto y de tal hora a tal otra esto otro. Y dos tareas, no veinte mil”.

No todos podemos ser iguales

“No he tenido una infancia que pueda decir feliz. Lo más feliz fue con mi familia. Es duro crecer sin amigos. Solo tenía una amiga porque mi madre se juntaba con su madre. Iba de clase a casa o al psicólogo, y al psicólogo iba porque no tenía amigos. Por mucho que te intentas adaptar a los demás llega un momento que tú te cierras puertas porque te cansas. La gente no se hace la idea de lo duro que es. Hay mucha gente que ha tenido la vida muy fácil y no ha tenido que caerse al infierno”.

“Me he sentido incomprendida porque hay gente que no se pone en tu lugar, tengo dos discapacidades y tengo que lidiar con las dos. Hay gente que piensa que mi vida es fácil pero no. Cuando te hacen sentir diferente al principio lo pasas mal pero como pasa tantas veces llega un punto que te da igual. No todos podemos ser iguales, no nos pueden gustar las mismas cosas. En el colegio había un chico, Alejandro, que era superlisto y también se metían con él, la cuestión es sentirse superior y punto. La vida te pone pruebas y tienes que demostrarle que puedes, con lo bueno y con lo malo. Aunque te dé un bajón tienes que salir adelante, no rendirse. Antes de que te quieran los demás, quiérete a ti misma, si no es muy difícil que los demás te valoren. Yo me siento única y me da igual lo que piensen los demás, para mí misma soy un ejemplo que me hace tirar pa’lante. Muchas veces me he sentido sola pero mi mayor fuerza soy yo”.

“No temo nada, he visto cosas, he pasado por cosas. El futuro que venga como quiera, que voy a estar ahí, luchando. Ver la muerte con mi padre me cambió la vida. Tengo muchísimos sueños: vivir con mi pareja, ser mamá, hacer una familia. También ir a Disneyland Paris porque me encanta; Disney ha estado conmigo en lo bueno, en lo malo, en lo regular. Siempre en mi corazón, me da igual la edad que tenga, bendito Disney”.

“Los medios hacéis que la gente te llegue a conocer, que se identifique contigo, pero lo más importante es poner en práctica todo, si no, no avanzaremos. He pasado por cosas que pueden dar luz a los demás. Me gustaría que me vieran por la capacidad que tengo y no por la discapacidad, decirle a la sociedad que nos acepte, que aquí estamos. Una cosa que he sacado es mi fuerza, mi lucha, mi superación, que la discapacidad no me ata. Para mí valgo oro. Cada día es un reto para mí, desde que me levanto hasta que me acuesto, y paso mi vida con gente que merece la pena. A mí ya me toca ser feliz”.

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