Historias cotidianas que solemos ignorar

LGTBI

El camino de mujer lesbiana a hombre trans con 54 años (y en familia)

Terry Mederos: cómo vivir en familia el tránsito a ser un hombre trans

–Esta semana no me tocaban los niños –los tengo una semana sí y otra no– pero mi exmujer ha tenido que salir de viaje. Si no te importa, tendré que ir en coche a recoger al chiquitín al colegio, que se ha quedado sin extraescolares y sale antes de lo previsto. Pero podemos hablar a la vez, yo estaré muy concentrado en nuestra conversación.

–Claro, sin problemas.

Y así lo hacemos para conciliar vida familiar y entrevista: acompaño a Terry virtualmente mientras está en su casa y en el viaje en coche con su hijo.

“Soy Terry Mederos, vivo en Tenerife y tengo 54 años. De serie venía como Mayte, mis padres me lo pusieron con mucho cariño; creo que Mayte significa querida en vasco y mi madre es vascofrancesa”.

“Me defino como hombre transexual y heterosexual. Soy trans porque mi cerebro desde que era pequeñito me decía que era un hombre, pero no he debutado como trans hasta los 54 porque cuando era chico era diferente. Entonces decías soy un niño o cualquier cosa parecida y no te hacía caso nadie o te soltaban: cállate, niña. Y un par de veces que parece que sí me escucharon, no cayó muy bien”.

“Supongo que soy uno de esos casos raros en lo que alguien transita a partir de la cincuentena con su vida aparentemente hecha”.

Mujer lesbiana

“Como vi que la idea de ser un niño no caía bien, no volví a intentarlo y me acostumbré a ser una chica, pero con cierto lío”, dice con una sonrisa. “Me he sentido siempre disfrazado pero tampoco ha sido una cosa que no me dejara vivir; no me gustaba verme en fotos, por ejemplo, y ahora sí”.

“Lo que sí tenía claro entonces es que me gustaban las chicas, así que me centré en entender lo que me estaba pasando porque me daba cuenta de que este tema también tenía que estar escondido. Crecí como mujer lesbiana y al darme cuenta de que era un hombre he descubierto que soy hetero porque a mí me gustan las mujeres”.

“Tantos años como mujer lesbiana que todavía me acuerdo de que cuando Ellen Page anunció que era un hombre me sentí defraudado como la lesbiana que yo era. Y ahora la de veces que me he acordado de Ellen Page con su transición”, dice riéndose.

“Como lesbiana me centré en vivir mi vida e intentar tener hijos, que me costó bastante pero tenía claro que no iba a prescindir de eso. Tengo cuatro hijos e hijas, tres con mi primera mujer y y una de un matrimonio anterior de mi mujer. Mi hija mayor, que es la única biológica mía, tiene 18 años y se acaba de ir a estudiar fuera. El resto tienen 15, 12 y 11 años. Vivimos con los tres una semana sí y otra no. Lo tenemos todo muy organizado, muy abierto, muy pensadito y muy bien. Mi relación con mi exmujer es superbuena, por eso ahora que se tuvo que ir me llamó y me quedé yo con los niños”.

“Como madres lesbianas cuando hubo que elegir colegio buscamos uno con un enfoque que aceptara nuestra realidad y nunca hemos tenido un problema. Además decidimos celebrar los cumpleaños de los niños en casa porque nos gustaba que el resto de familias vinieran, nos conocieran y vieran que no somos monstruos, que somos una familia como cualquier otra. Con los años hay madres y padres que nos han dicho gracias a la familia de ustedes nuestros hijos han crecido con un referente muy cercano de normalidad”.

Imagen cedida por Terry Mederos.

Salir del armario trans con 54 años

“Y así era mi vida hasta hace dos años, que conocí a una persona no binaria que me hizo una entrevista para su proyecto fin de máster. Me preguntó sobre mi infancia y removió cosas que yo ni sabía que estaban. Algo se me quedó dentro y estuve dándole vueltas, estuve un año interiorizándolo. Hubo un momento en que sentía que no tenía certeza de nada pero duró poco porque a la vez fui sintiendo que llegaba a casa. Fue al firmar un artículo que era importante para mí. De repente me di cuenta de que no quería firmarlo como Mayte, no puedo seguir firmando con un nombre de mujer, pensé. Ahí empezó todo. Me dije, quiero firmarlo con mi verdadero nombre, pero ¿cuál es mi verdadero nombre? Yo no quería inventarme uno, necesitaba un nombre con el que yo sintiera que tenía relación. Así fue como encontré el nombre de Terry, que era el diminutivo cariñoso de Teresa por el que me llamaba mi madre a veces. Una vez que lo elegí firmé el artículo y escribí a mi trabajo para explicar lo que me sucedía y pedir que a partir de entonces me llamaran Terry. Entonces empecé también a ir al servicio de atención a las personas trans que hay en Canarias. Ha sido un proceso de intentar saber quién soy, qué soy. Ahora siento que me gusta que me vean como hombre, que me nombren como hombre”.

Empiezo a oír regular a Terry. Se lo digo. “Es que me estoy abanicando… Para que veas, en mi momento de más masculinidad y yo con el abanico tol día por los sofocos del climaterio”, dice riéndose resignado.

Ahora estamos en el viaje en coche con su hijo pequeño muy atento a la conversación. “Mi gran preocupación es mi familia. Tenía miedo de que mi hija biológica se hiciera un lío y dijera ¡la madre que me parió ahora es mi padre! Pero no, todo fue muy bien. También tenía miedo por mi hijo de 15, en plena adolescencia. Pero el pequeño le quitó hierro al asunto, me ayudó mucho con su hermano; Ha sido quien más me ha ayudado con mi transición. Él lo asumió muy rápido y hasta me dijo ¡cómo debía ponerme bien los pantalones!”.

“Nosotros no solemos ir a cenar fuera y los viernes hacemos la tasca en casa, nos encanta. Hacemos tortilla de papas, tomate aliñado y huevos rotos”, que acaba de apuntar su hijo. “En la tasca decimos lo peor y lo mejor de la semana, y brindamos por cosas. Me acuerdo cuando yo brindé por lo que estaba viviendo y por el apoyo que me estaban dando. Me salieron hasta las lágrimas. Ese momento fue muy especial porque tenía mucho miedo a fallarles, a que no me quisieran. Ese día supe que no había marcha atrás, que si ellos me apoyan, lo demás me da igual”.

La transición

“Ahora voy a ser un hombre que ha parido, lo veo ya de titular… Ni siquiera había caído en eso, ¿verdad? –le pregunta a su hijo–. Pero el otro día cuando fui con mi mujer y mi ex al aeropuerto a despedir a mi hija mayor, mi exmujer me decía eres como esa película, Junior, de Arnold Schwarzenegger, y nos estuvimos riendo un rato”.

“Todavía no he cambiado el nombre en el registro porque lo voy a hacer a la vez que el cambio de sexo. Hay que cambiar muchas cosas y prefiero hacerlo todo a la vez”.

“Mi voz es femenina y tengo pecho. Hace once años pasé por un cáncer de mama y en abril me tocaba mi revisión. Y así, de repente, me salió y le pregunté a la ginecóloga si podría hormonarme después de haber tenido cáncer. Le dije que era un hombre trans y que quería masculinizar mi cuerpo. Ella me dijo que sí, que sin problemas. Yo salí de allí como si no hubiera suelo, flotando, no me lo podía creer, podría tener el aspecto que yo quiero. Aquello fue tan de repente que en cuanto volví a casa lo hablé con mi mujer, porque claro, ella es una mujer lesbiana, ¿podría sobrevivir nuestra relación a esta hecatombe? Ella ha sido muy generosa conmigo. Sé tu mismo porque si no, no te voy a querer, me dijo. También me dijo que fuéramos muy honestos. Ella no me va a dejar de querer nunca, pero otra cosa es el deseo, que no se puede forzar. Llevamos desde abril de intenso diálogo. Amanecemos a las cinco y media y ahí tenemos nuestras conversaciones, ahí hemos ido moldeando el camino y ha sido superbonito. No hay que olvidar que hay un duelo también de la persona que está con una persona que está en tránsito. Ahora mismo estamos genial, tiene muy integrado que soy un hombre, aunque es verdad que cuando empiece a tener pelo y me cambie la voz tendremos que acostumbrarnos”. 

“En cuanto a mis hijos, no puedo imponerles de repente pasar de ser mami a ser papá. Además tendré que esperar a que mi formato físico también les ayude. Entonces será más fácil, no solo para toda la sociedad, sino también para ellos. Pero incluso si decidieran seguir llamándome mami, tendría que respetar su tiempo. Lo que sé ahora mismo es que han dicho sí a acompañarme”.

“Tengo muchísimas ganas de empezar a hormonarme –espero que sea dentro de muy poco– para que me empiece a cambiar la voz. También tengo ganas de quitarme el pecho, pero para operarme, con todo el tema del covid, hay lista de espera, así que puede que pase un año hasta que pueda hacérmelo. Seguramente tendré barba antes de quitarme los pechos”, dice mientras su hijo bromea poniendo cara de poema. “Seré un poco Frankenstein”, dice Terry riéndose.

“Hace mucho tiempo que uso bañadores de chico y por arriba llevo biquini, pero tengo muchas ganas de quitarme ya el biquini. Los baños públicos son muy importantes también. Ahora, mientras siga teniendo pecho, me pueden agredir en el baño masculino. Y en uno femenino no me siento a gusto. Intento ir al baño en sitios seguros como en mi trabajo y si no trato de no ir fuera de casa”.

Respeto más allá de comprensión

“A pesar de que es difícil, mi salida del armario ha ido todo bastante bien, no puedo quejarme. Laboralmente no es problema, yo trabajo en la administración pública y es muy igualitaria en todos los sentidos, me beneficio de estar en un entorno que me ha acogido. Llevo 30 años en el sector turístico, soy director de innovación y talento digital. Hay mucha gente que no lo entiende pero lo acepta por cariño. Tengo mucho respeto alrededor. Es difícil de entender, a mí me ha llevado años y también es lógico porque hay menos hombres trans que hayan salido del armario. Yo cuando hablo con cualquier persona intento explicarle que estoy en un proceso de transición de género. Ahí se suele producir un silencio enorme, me pasaba también con el cáncer. La gente no sabe ni si lo puede nombrar y yo estoy haciendo lo mismo que hacía con el cáncer: nombrarlo y explicarlo. Y aunque a mí me sienta fatal que me hablen en femenino, no pasa nada si se confunden aunque a mí me cueste por dentro, pero lo que tengo claro es que yo tengo que explicarlo porque si no te lo explico, tú no lo puedes saber. Intento explicar que no es una elección, es un tema biológico que está absolutamente demostrado. Y cuando puedo dar una explicación, la gente se queda más tranquila”.

“Estoy seguro de que hay gente que piensa que estoy loco, les sonará como un tema estrafalario porque, si era trans, por qué lo digo con 54 años. Bueno, yo me he hecho la misma pregunta también y el psicólogo que me acompañó me explicó que era algo habitual en las mujeres biológicas de esa época porque estábamos muy acostumbradas a transigir, a ser muy complacientes. Así que, seguramente, soy un producto de mi época. La lectura final es que las reacciones son buenas cuando estás en el tú a tú. Seguro que cuando la gente ataca a las personas trans es porque no han tenido personas trans cercanas, están golpeando e insultando desde la idea”.

“De todas maneras para mí el verdadero viaje a Ítaca es con mi mujer y mis hijos, todas las demás esferas pasan a un segundo plano y cada cual que se lo trabaje”.

“En cuanto a mis padres, son mayores y todavía no les he dicho nada. Cuando les dije que era lesbiana aquello fue un cisma. Fue difícil pero los niños y el cáncer lo cambiaron todo. Me han pasado siempre cosas que me han servido para tender puentes y yo lo he querido aprovechar. Con mis hermanos la relación es súper, son un apoyo grande para mí. A algunos ideológicamente les cuesta, pero aun así el cariño va por delante”.

“Necesitaría que mis hijos puedan vivir su vida sin avergonzarse de tener un padre trans. Hoy por hoy no están avergonzados y ojalá que la sociedad responda y nunca lo sientan”.

Libertad

“Ya siento que piloto yo mi vida. Siento que en el pasado, buscando la aprobación de los demás, no he vivido de manera tan completa como ahora. Imagino que habrá gente que me vea como un marciano”, dice riéndose. “O que me vea y piense qué va a ser lo siguiente. Yo siempre cuento lo que estoy viviendo desde el lado más vulnerable, mis dudas y eso ha hecho que la gente lo enfrente de manera más humana. Por eso creo que no me he encontrado con ningún muro”.

“En general me llevo bastante bien conmigo, soy una persona superpositiva. A veces me miro al espejo y deseo que vaya todo más rápido pero también hay veces que me digo qué suerte tienes, mira hasta donde has llegado ya. Me encantaría que me vieran como una persona libre, que sirviera de ejemplo de que se puede ser distinto y ser muy feliz y estar realizado. Es una manera de dar una bofetada a los prejuicios. Con los prejuicios lo que consigues es pisotear a la gente, borrarla. Parece ser que ser trans te obliga a estar en la orilla de la sociedad. Sé que somos pocos, solo el 0,4% de la población”.

La cifra que acaba de dar Terry es aproximada porque en España todavía no existen datos oficiales sobre cuántas personas trans hay. La Organización Mundial de la Salud estima que las personas trans representan entre el 0,3% y el 0’5% de la población mundial.

“Desde muy pequeño he soñado con volar y con viajes a caballo. Ahora que lo pienso tendrá que ver algo con esas ansias de libertad. Ahora daría mucho por haber nacido con un cuerpo de hombre, pero solo por haber tenido a mi hija biológica ha valido la pena. Tengo la sensación de haber sido un privilegiado, mis años de mujer lesbiana han sido muy ricos. Haber socializado como mujer, a pesar de haber sido sin quererlo, me ha ganado mucho de sensibilidad. He llegado aparentemente por un renglón torcido, pero me gusta mucho lo que se ha escrito en mi vida”.

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