Historias cotidianas que solemos ignorar

Migraciones

La pianista trans que vino de Cuba y se quedó en la calle durante la crisis del coronavirus

Cissy Miranda Amaro es una pianista trans que vino de Cuba

“Escúchame, dame 15 minutos para arreglarme. Es que la que me iba a arreglar se ha dormido… Suelo tardar dos o tres horas en arreglarme y cuando voy a trabajar más. Creo que lo llevo en los genes, aunque quiera siempre llego tarde. Yo lo intento, pero no. Hoy estoy levantada desde las siete de la mañana y aun así no he terminado del todo. Mis cosas están en casa de un amigo: mis pinturas, mis maquillajes. Está todo desperdigado. Quiero verme divina de la muerte. No me hagas mucho caso, que yo estoy un poco loca, un poco crazy”.

Son casi las once de la mañana, habíamos quedado a las diez y media. Me cuenta todo esto mientras termina de peinarse y pintarse. “Me voy a poner en el comedor”, dice mientras coge el móvil y nos movemos por el que es, desde hace poco más de una semana, su nuevo hogar.

Hablamos por videollamada de WhatsApp durante la crisis del coronavirus. “Me llamo Cissy Miranda Amaro, tengo 48 años y soy de Pinar del Río, Cuba”. Cissy es una mujer trans. “Yo me defino en que no me gusta definirme ni definir a la gente. Yo soy mujer, me siento mujer. Siento, pienso, respiro como mujer. Lo único que no puedo tener es hijos. Me hubiera gustado tener un hijo, sí, pero la vida no me dio esa posibilidad. Pero tengo la suerte de tener 17 sobrinos, ¡de momento! Están todos en Cuba. Y también tengo ocho sobrinos nietos”.

Su acento cubano es muy suave, sin duda porque lleva desde 1994 en España. Divina hasta la muerte, ahora vive en un hogar de acogida. Se quedó en la calle en pleno estado de alerta por el coronavirus.

Mujer trans en Cuba: familia y trabajo

“Mi familia no me ha aceptado nunca. Mi sobrina y yo hemos tenido una discusión recientemente por ese tema. Mi nombre real es como el de mi padre, el mismo, nací el día de su cumpleaños. Me cambié el nombre porque no corresponde a mi identidad y ellos no lo asumen. Me siguen llamando por el otro nombre. Tengo una sobrina o dos que lo entienden o lo asumen pero no del todo. Es traumático. Eso ha supuesto muchísimo dolor para mí, lágrimas, comerme la cabeza. Pero bueno, tengo que asumirlo, no me queda otra”.

“Me di cuenta cuando yo me fui a duchar y me puse la toalla por la cabeza como si tuviera el pelo largo. Yo quería tener el pelo largo. Ahí yo creo que tenía 3 años. Me crié con una familia de mujeres, figura masculina no tuve ninguna. Mi padre se iba a trabajar a las cinco de la mañana y llegaba a las doce de la noche. Mi madre, mis cuatro hermanas, mi abuela, mis primas y mis tías. Eso fue lo que yo viví, lo que yo conocí. No tuve un referente. Todos mis referentes han sido femeninos. Yo decía: yo soy una más”.

“La primera vez que me vestí de mujer era más mayor. Le cogí los zapatos y el vestido a mi hermana, a escondidas, claro. Creo que tenía 12 o 13 años. Cuando me vine a España di el paso de vivir como mujer. En Cuba lo hice pero como espectáculo, en un show que trabajé. Pero el show salió en el periódico y mi madre lo vio. Quemó el periódico, mi ropa. Fue un drama. No sabían nada, todo era a escondidas. Mi madre no lo asume y eso duele, eso duele porque realmente nadie tiene la culpa, la tiene la naturaleza, que es así de caprichosa”.

“Con 9 años empecé a tocar el piano en la iglesia. Mis padres son adventistas del séptimo día. Es una familia religiosa. Mi madre canta, su sueño fue tocar el piano y como no lo pudo conseguir lo inculcó a los hijos. Terminé los estudios, yo soy pianista ante todo, soy la única que se ganó la vida con el piano de todas mis hermanas. Mi primer trabajo fue con 16 años tocando en un hotel”.

“Mi vida antes de venir era muy normal, muy metódica. De mi casa a mi trabajo y del trabajo a mi casa. Dejé Cuba por trabajo con 22 años. Un catalán me contrató. Me cuentan un paraíso de España y yo me lo creo. Me pintan todo más bonito. Pero realmente yo en Cuba vivía mejor… Trabajaba para el embajador de Venezuela en Cuba, me pagaba en dólares y me ponía chófer. Yo realmente trabas no pasaba, digamos que yo era una privilegiada en Cuba”.

“Mi familia sigue en Cuba, tengo contacto con ellos. Anoche mismo hablé con mi sobrina y hace dos días hablé con mis padres. No conocen mi situación actual, para qué. Lo menos que pueda preocuparles, mejor. Ellos no saben ni la mitad de la mitad. Yo tenía mi casa, mi trabajo, lo he perdido todo. Ahora no tengo nada”.

No he encontrado una respuesta a la pregunta ¿cuántas mujeres trans migrantes hay en España? Distintas organizaciones creen que es difícil de saber porque muchas están en situación irregular.

Cissy Miranda Amaro es una mujer trans que se quedó en la calle durante la crisis del coronavirus
Antes de ponerse tan seria para la foto ha estado cantando Resistiré.

España: vida de altibajos

“Llegué aquí y me encontré lo que me encontré. Llevo 25 años, vine cuando estaba Aznar diciendo váyase, señor González”, dice riéndose. “Me encuentro que lo que me prometieron era todo mentira. Me prometieron el oro y el moro, por eso me vine. Y cuando llego aquí ni el oro, ni el moro, ni las alhajas del moro”, y suelta una carcajada. “Imagínate, el jefe de aquí me obligaba a desnudarme encima del piano cuando terminaba de trabajar. Al tercer día me quería ir a Cuba, pero dos amigas cubanas me comieron la cabeza para que no me fuera”. Lo que sí hizo fue dejar el trabajo. “Tuve juicio con él y todo porque yo firmé un contrato sin saber lo que firmaba y me denunció por haber incumplido”.

“Me he dedicado exclusivamente a cantar y tocar el piano estos 25 años”. Ha trabajado en programas de distintas cadenas, como Televisión Española, en restaurantes, discotecas, locales, como Sácame por dios en Madrid, eventos, etc. Ha dormido en una estación de tren. Droga. Violencia de género. “Tuve un novio que me dijo que no necesitaba papeles y yo le creí. La época más oscura de mi vida, estoy viva de milagro. La quiero borrar para siempre de mi vida, que sé que no se puede”.

“Yo tenía residencia con permiso de trabajo. Ahora mismo estoy con una abogada de Accem que me está arreglando para tener la nacionalidad, pero ahora todo está parado, en stand by”.

“He participado en dos realities: La Voz y Factor X ”. Hace no mucho “trabajaba en una discoteca, tenía mi casa de alquiler y todo. En la discoteca me dejaron de pagar y yo no podía pagar a la casera. Orden de desahucio. Llamé a todo el mundo, nadie quiso saber nada. La única que me dijo en la calle no te voy a dejar fue Carla Royo Villanova, está casada con un príncipe: Kubrat de Bulgaria. Fue una época muy difícil, ella me echó todas las manos que pudo y más. La conocí cuando trabajaba en Telemadrid y me contrató para darle clase de piano a su hijo, porque también doy clases particulares en casas. Su amistad la tengo hasta el día de hoy. Me vació el despacho que tiene ella para que yo pudiera irme allí con todas mis cosas. Estuve un mes, no llegó, y me fui a vivir con uno de mis mejores amigos. Él ya no podía pagar su alquiler y se tuvo que ir a vivir a casa de su madre. A mí también me acogieron para no quedarme en la calle. Entonces me puse en contacto con la organización Accem”.

Quedarte en la calle en tiempos del coronavirus

“En Accem me consiguieron una plaza para el centro de acogida de Puerta Abierta, donde tenía alojamiento, comida, atención, todo. No sabía que existían los centros de acogida y me lo explicaron. Vivía allí y una amiga de mucho dinero me contrató para tocar en su casa. Allí conocí a un personaje muy conocido de este país que resultó ser de la peor calaña que hay. Él estaba de gira y me dijo que por qué no me unía a su espectáculo y me iba a vivir a su casa. Me lo dijo para ayudarme, así que yo me fui a su casa a vivir y fue el error más grande de mi vida. No te puedes imaginar lo que fue. Por lo menos estuve allí cuatro meses”.

“Como yo estaba en el centro de acogida, cuando me fui perdí la plaza que tenía allí. Me avisaron de que si me iba, la perdía. Me fui a la casa de este personaje y de gira con él tocando el piano. Estábamos de gira y no me pagaba. Cuando llegamos de la gira, cogimos un taxi para ir a la casa y yo tuve que pagarlo. Mal comía. Seguía dando clases de piano y me pedía el dinero que ganaba porque decía que él no tenía dinero para sus vicios. Porque está enganchado”.

La gira había terminado y ella seguía en su casa cuando comenzó la crisis del coronavirus. “Me echó a la calle. Yo estaba tosiendo… y que me fuera porque igual tenía algo y él se tenía que proteger”.

“Cuando me quedé en la calle una amiga tenía unos teléfonos y unos mails. Llamé y hablé con María Paramés, de Mundo en Movimiento. Ella ha sido mi ángel de la guarda”. Pero no fue fácil encontrar un lugar seguro donde Cissy pudiera quedarse. “María me busca un hostal, resultó estar lleno de tíos homófobos, racistas, que me querían pegar, escupir. Y ahora qué hago, no sé qué hacer. Vuelvo a llamar a María y me busca un piso con religiosos que es donde estoy ahora, es de la Fundación de San Martín de Porres”.

“Tuve miedo por el coronavirus porque yo tengo VIH y digamos que soy de riesgo. Me lo controlan, tengo mis medicamentos, pero tuve miedo. Aunque mucho miedo no porque yo creo mucho en Dios y yo sé que él me cuida y me protege” .

El espectáculo debe continuar

“Espero poder quedarme aquí mucho tiempo”, dice sonriendo. “Bueno, creo que podemos estar seis meses prorrogables. Hasta que consigues un trabajo, empezar de nuevo. Porque esa es otra, estoy agotada, al límite de mis fuerzas. Me siento segura aquí, me siento muy bien. Vivimos ocho personas, la convivencia es muy buena, nos llevamos fenomenal. Somos hombres y mujeres, gente respetuosa, abiertos, tolerantes”.

“Estoy estudiando inglés, hago ejercicios, canto, me paso el día cantando, eso no lo puedo evitar”, dice con una gran sonrisa. “Veo la tele, me gusta ver Supervivientes, escucho música, sobre todo a la señora Whitney Houston, que en gloria esté. Es mi cantante favorita, bueno, primero mi madre y luego ella. Salgo a la terraza metiéndome con la gente que está por la calle porque no se puede salir y la gente sale. No puedo con la poca empatía. Que se metan para su casa, les digo, y me insultan”, dice riéndose. “Echo de menos practicar, pero el teclado no lo tengo aquí. Está en casa de un amigo”.

“Cuando esto acabe quiero grabar mi disco, ensayar muchísimo y ponerme a grabar mis canciones. Tengo un amigo compositor que me ha hecho unas canciones maravillosas. Quiero ver a mis amigos. Va a ser increíble, no me lo voy a creer cuando pueda abrazarlos. Yo creo que las cosas te pasan porque te tienen que pasar. Yo pienso que el karma existe y que en alguna otra vida he hecho lago malo que ahora estoy pagando. He tenido mala suerte, chica”.

“En lo personal he tenido la suerte de que la gente me ha aceptado muy bien, he conocido a mucha gente interesante. No me encasillan tanto en mi mundo personal como en el artístico. Ahora mismo necesito un hombre que me quiera, que me tenga llenita la nevera…, ¡es broma!”, dice riéndose y cantando. “Necesito sobre todo viajar a Cuba, ir a ver a mis padres y mis sobrinos porque hace 19 años que no los veo. Eso es lo que más deseo ahora mismo, más que el comer. Y quería decir que ¡viva la madre que me parió!”.

“Ay, ya acabamos y no te hablé de la etapa de Sitges, de la de Soria… En Soria estuve dos años con un novio que tenía mucho dinero… horrible. De una golpiza que nos dimos acabé en la cárcel seis meses. Imagínate, con lo que eso supone. Él me llevó a Puerto Banús, allí conocí a Espartaco Santoni, estuve a punto de trabajar con él… Bueno… falta mucho pero te he contado lo más importante”.

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  1. Pedro

    Cómo siempre acercando una historia de las que hay por el mundo

  2. Daniela

    Hola, me extrañó mucho no poderte escuchar más en la radio. Espero que vuelvaa

  3. Mel

    Esta historia es de película. Si es la pianista del Sácame por Dios es realmente buena, ojalá alguien rescate ese talento.

  4. Maria

    Hay personas que necesitan que las guíen pero no se dejan guiar

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