Historias cotidianas que solemos ignorar

Pobreza

Los desahucios que marcan una vida

Ricardo Rosado y su familia viven en la pobreza

Ricardo había ido un día más al Ayuntamiento de Aranjuez (Madrid) a pedir ayuda. “Fui a Servicios Sociales, pedí que bajara la concejala… y como no bajó, tiré el manojo de plátanos al cristal y dije: que baje y lo vea. Sentí una impotencia absoluta. Una desesperación que tenía… Pero no me arrepiento de haberlo hecho”.

Antes y después de que Ricardo estampara los plátanos en la cristalera de Servicios Sociales pasaron y siguen pasando muchas cosas en su vida.

Ricardo Rosado tiene 43 años, es de Madrid y vive en Parla, donde es portavoz de la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) de este municipio madrileño y también portavoz estatal de la plataforma.

Las consecuencias de tener una familia desestructurada

“Cuando tenía 3 años mi padre se fue de casa, lo típico que se dice que se fue a comprar tabaco y no volvió”. Ricardo vivía con sus dos hermanos y su madre en casa de sus abuelos. Y allí siguió cuando su madre rehízo su vida con una nueva pareja “sin contar con que tenía tres hijos”. Ricardo tenía 17 años cuando su madre su fue, su hermana 16 y su hermano 14. Su abuela había muerto y el abuelo se quedó al cuidado de los nietos. “Mi madre nos dejó más tiraos que una cucaracha”.

Ricardo acabó dejando los estudios y trabajaba en lo que le iba saliendo. “Eso fue un problema serio. Fue una de las cosas que ha marcado mi vida. Yo me sentí abandonado por mi madre”.

Ricardo vivía en el barrio de San Blas de Madrid. Tenía la droga cerca, “a 500 metros de mi casa había un poblado. De mi clase cayó mucha gente”. Ricardo no cayó, lo que sí estuvo fue muchas horas en la piscina jugando al waterpolo.

Desde que se quedaron con su abuelo, Ricardo ha tenido problemas con su hermana y su madre. Ha habido acercamientos cuando estas han necesitado ayuda, pero a día de hoy no tiene relación con ninguna. Tampoco con su hermano. “Es la falta de vínculo familiar. Una desestructuración familiar es súper traumática y es lo que te puede llevar a dar el paso a una vida determinada –su hermana sí cayó en la droga–. Cuando no hay una base sólida es difícil, todo se rompe cuando no hay respeto y cariño”.

El nuevo marido de una superviviente de violencia de género

Ricardo conoció a Lola por internet hace unos 13 o 14 años. “Ella estaba en un proceso de separación bastante traumático”. Ricardo todavía no tenía toda la información para saber que Lola se acabaría convirtiendo en una superviviente de violencia de género. Cuando Lola empezó a abrirse y a contar algo de su situación, Ricardo le dijo que se viniera a Madrid –ella vivía en el País Vasco–.

“Lola tenía una dependencia súper fuerte de su expareja, síndrome de Estocolmo. Un día sí y otro también hacía las maletas para irse. Encima tenía la falta de su hija –la había tenido con su marido maltratador y la había dejado con él– y el que todavía era su marido la chantajeaba con esto. Es complicadísimo. Al principio no entiendes por qué ella aguanta lo que ha aguantado. Por qué se engancha de tal manera que no llega a ver más allá”.

Lola se fue abriendo y Ricardo fue dándose cuenta de los problemas que tenía. “Su situación psicológica era bastante complicada”. De hecho, la violencia de género le ha dejado “unas secuelas físicas –Lola tiene fibromialgia– y psicológicas acojonantes”.

La pareja se mudó de Madrid a Aranjuez para iniciar una nueva vida y Lola empezó a recibir ayuda en un centro para víctimas de violencia de género. Desde entonces ha seguido habiendo momentos duros a nivel familiar, pero también felices. Ricardo y Lola son padres de dos niños de 8 y 10 años, y Cristina, la hija que tuvo Lola con su exmarido maltratador, vive con ellos. Cristina llama papa a Ricardo y los tres –Ricardo, Lola y Cris– llevan el mismo tatuaje: un ancla con una rosa. “El ancla significa estabilidad y la rosa es un ornamento que eligieron Cris y Lola”.

Ricardo Rosado tiene causas pendientes por parar desahucios
Ricardo minutos antes de parar un desahucio con la PAH de Parla.

Buscar trabajo con una persona dependiente a cargo

Ricardo está actualmente desempleado. “Cobro el subsidio, 494 euros al mes creo que son. Estoy en búsqueda de empleo, te salen trabajos a media jornada súper mal pagados y los que están bien pagados son mínimo de 12 horas”. El último trabajo de Ricardo fue haciendo una suplencia en verano limpiando los AVE. Puestos a desear a Ricardo le encantaría encontrar un trabajo de mediación social. “Es lo que hago ahora en la PAH”. La búsqueda de empleo de Ricardo está condicionada por la enfermedad de Lola. “En este tiempo la fibromialgia se ha disparado por mil. No puedo hacer una búsqueda completamente efectiva de empleo. Yo a Lola la considero una persona dependiente. Hemos pedido a Servicios Sociales que nos ponga a una persona para que la ayude en casa para yo buscar trabajo”. Ricardo dice que su día a día depende en todo momento de cómo se encuentre Lola. “Yo recojo y llevo a los niños al colegio, ayudo en casa y, si Lola no puede, lo hago yo todo y me quedo con ella haciéndole compañía”.

Esto se suma a que Ricardo es contrario al sistema capitalista. “Tú estás en el mundo para generar y gastar dinero”. En el terreno laboral Ricardo ha tenido épocas en las que le ha ido muy bien y otras muy mal, como ahora. “Pero he tratado siempre de que el dinero no condicione mi vida”.

–¿Sueñas con una vida estable?

–Ricardo se ríe ligeramente. –Depende también de lo que entiendas por estable. Si una vida estable es la que te obliga a dejar de lado tus obligaciones familiares… Para mí una vida estable es tener medios para vivir dignamente, pero que no estés puteado y esclavizado. Que te quede la suerte de que si tu hijo actúa en el colegio, poder ir a verlo. ¿Para qué estás aquí entonces si no, para ser esclavo de una multinacional? Vivimos en un sistema que sí protege a bancos, a los fondos buitre, pero por qué no empezamos a rescatar a las familias. Hay formas de hacer las cosas bien. Tener una renta básica universal, por ejemplo. Eso no significa que no vayas a trabajar. Lo que no me gusta del sistema es que el trabajo hace que nos olvidemos de nuestra familia. Vivir para trabajar y no trabajar para vivir.

Pagar el alquiler y evitar el desahucio o dar de comer a los hijos

Ricardo y Lola tuvieron a sus hijos mientras vivían en Aranjuez. Ricardo se quedó sin trabajo cuando nació el mayor. “Estaba en Prosegur, la empresa perdió a El Corte Inglés y todos los nuevos nos fuimos a la calle”. Vivían de alquiler y el único dinero que entraba en casa era el que ganaba Ricardo. “Entonces conocimos a una persona que a mí me ha marcado la vida: sor Manuela, una monja, nos ayudaba un montón y todavía nos ayuda”.

Ricardo encontró trabajo en Cortefiel, pero nada fijo. A partir de ahí todo fueron trabajos esporádicos. “Teníamos miedo real, teníamos que seguir pagando el alquiler. Sor Manuela y Cáritas nos ayudaban, pero la dieta de nuestros hijos era insuficiente, aunque seguimos pagando el alquiler hasta que llegó el coma glucémico… mi hijo se quedó con 34 de azúcar. Cuando me di cuenta estaba tumbado en el sofá casi inconsciente y por más que lo llamaba él no reaccionaba. Le dio de no tener una alimentación en condiciones”. Al volver del médico Ricardo y Lola hablaron: “Se nos ha ido la cabeza, estamos anteponiendo pagar el alquiler a la alimentación de nuestros hijos. Así que decidimos dejar de pagar el alquiler sabiendo que nos íbamos a quedar en la calle”.

Vivir con una amenaza de desahucio

“Yo estaba súper bloqueado, mal. Buscaba soluciones y vi que nos podían ayudar con una vivienda social”. Ricardo iba todos los días al Ayuntamiento de Aranjuez a pedir una solución. “Pero todos los días. Tres o cuatro horas tocando los cojones allí”. Había empezado a relacionarse con la PAH y, como él dice, poco a poco se iba empoderando.

En ese periodo de sus visitas diarias al Ayuntamiento sucedió el episodio de los plátanos. “Nos daban alimentos que estaban podridos. Con el estado de nervios que tenía, me daban los alimentos y me iba al Ayuntamiento a ver a la concejala para enseñárselos, a ver si a ella le parecía óptimo el estado de la comida. Y allí en el Ayuntamiento llamaban a la policía”.

Un día de vacaciones escolares Ricardo fue a recoger alimentos con sus hijos. No habían desayunado y le pidieron un plátano. “Lo abrí y no es que tuviera motitas, es que estaba negro. Abrí otro e igual. No pude más y me llevé a mis hijos conmigo al Ayuntamiento”. Entonces fue cuando estampó los plátanos en la cristalera de Servicios Sociales.

“También he robado bandejas de filetes en el Carrefour para mis hijos. Y no me arrepiento, lo volvería a hacer. Mis hijos no tenían culpa de lo que estaba pasando”. Ricardo afirma que por su familia haría “lo que hiciera falta”.

El desahucio se acercaba, Ricardo puso carteles por todo Aranjuez –incluyendo la puerta de la alcaldesa– denunciando su situación, fueron a un pleno del Ayuntamiento para pedir respuestas y finalmente consiguieron una reunión con la alcaldesa, pero no sirvió de nada. Entonces Ricardo tuvo otra idea, se acercaban elecciones municipales y fue nuevamente al Ayuntamiento con la siguiente amenaza: “Les dije que si no me encontraban ningún tipo de alternativa, iba a venir con 100 personas de la PAH y les iba a reventar la pegada de carteles con la que se empieza la campaña”.

Ricardo Rosado es portavoz de la PAH
Uno de los hijos de Ricardo sufrió una hipoglucemia por malnutrición.

Una vivienda social que no pueden pagar

“Casualmente –dice con ironía– un día después me llaman diciendo que me han concedido un piso del Ivima. Nos pusimos súper contentos. En Vallecas, en calle Embalse de El Vellón. Llegamos con toda la ilusión y nos encontramos aquello controlado por mafia de la droga. Lo primero que nos dice el conserje es que allí ver, oír, callar. El garaje estaba lleno de cobre robado, había coches de lujo. Fuimos al colegio y nos dicen que no hay ningún tipo de control y que están hartos de soportar agresiones. Lola casi se desmaya, un espectáculo. Así que nos volvimos a ir al Ivima y les dije: ¿Tú sabes dónde nos has mandado? Yo a mis hijos allí no los voy a llevar”.

Ricardo volvió a utilizar la misma estrategia, dijo en el Ivima que si no les cambiaban la adjudicación “en una hora tendrían aquí a 100 activistas y nos iban a oír… Era un farol, pero salió bien”. Inicialmente le habían dicho que no había más casas disponibles, pero, tras la amenaza, avisaron a Ricardo diciendo que había dos casas, una en Navalcarnero y otra en Parla. Ellos escogieron la de Parla, que es donde viven ahora.

Suena el móvil de Ricardo. Es Lola, la tiene grabada como “mi vida”. Ha llamado porque les han vuelto a cortar la luz. Ricardo va a llamar a Iberdrola para pedir explicaciones, pero antes de que pueda hacerlo, Lola vuelve a llamar diciendo que un amigo va a ir a hacer un enganche. “Nosotros hemos presentado la documentación para estar protegidos y aun así Iberdrola nos corta la luz cada 15 días, pues enganchamos y punto”.

Su casa está a las afueras de Parla, en una zona nueva. Es un piso que tienen muy limpio y ordenado. Poca decoración, ni un cuadro en las paredes. Solo alguna foto familiar y alguna planta. Allí pueden vivir los cinco perfectamente. El problema es el precio, a pesar de ser una vivienda social. “Esta casa nos gustó porque es algo normal, no como lo de Vallecas. Estoy contento, pero no es que te haya tocado la lotería. Tenemos que pagar 387 euros de alquiler más 75 de garaje, que es obligatorio y nosotros no tenemos ni coche, está vacío. También 75 euros de comunidad y entre 200 y 300 euros de agua, luz y gas. Y no tenemos para pagar eso. Yo, que no llego a 500 euros de paro, y Cristina que gana 300 euros al mes trabajando unas horas al día. Así que calcula”.

Por este motivo la familia no está pagando el alquiler, ni la comunidad, ni el agua, ni la luz, ni el gas. “Tenemos una deuda acumulada importante, entre 10.000 y 12.000 euros. Pagar 75 euros de comunidad en un bloque de exclusión social me parece una barbaridad. Así que estamos otra vez con las mismas de si nos van a echar o no, de si habrá desahucio. Con el dinero que entra en casa pagamos alimentación, ropa, calzado, libros de texto. A veces Servicios Sociales te echa un cable, pero todo muy esporádico”.

En 2017 un estudio de AIS Group reveló que Parla es el municipio madrileño con más pobreza anclada, un 25,8%. Mientras que según la publicación Expansión, Parla es en la actualidad el segundo municipio –con más de 40.000 habitantes– de la Comunidad de Madrid, por detrás de Arganda del Rey, con más paro: un 13,73%.

Causas pendientes por parar desahucios

“Tenemos que irnos”. Paramos la conversación, hoy hay desahucio en Parla y Ricardo va a ir a pararlo junto a otros compañeros de la PAH. Durante toda nuestra conversación Ricardo está tranquilo, a veces habla un poco rápido, pero no pierde la paciencia, al revés, se nota que tiene ganas de hablar. Con la misma tranquilidad llega al portal del edificio donde va a tener lugar el desahucio. Allí ya están unos 20 compañeros de la PAH. Ricardo me ha avisado de que hoy será tranquilo, todo parece indicar que pararán el desahucio sin contratiempos. Explica pausadamente a sus compañeros lo que va a pasar y cómo lo van a hacer. Pide por favor que no increpen a la comisión judicial, les recuerda que ellos no son sus enemigos, sino los bancos y los fondos buitre. Cuando llega la comisión judicial acompañada de la policía, Ricardo se dirige a ellos para negociar la situación. Tras un rato de conversación aparte, Ricardo vuelve, el desahucio ha sido parado. Todos gritan «sí se puede», se felicitan y empiezan a dispersarse. Ricardo y yo volvemos a nuestra conversación.

Pero no todos los intentos de parar un desahucio son igual de tranquilos que el de hoy. “Fui detenido en el desahucio de #Carmensequeda”. Faltaba poco para que se cumpliera el desahucio de Ricardo en Aranjuez y ya estaba muy implicado con la PAH y sus acciones. “Nos encerramos en la casa y la policía tiró la puerta abajo. Nosotros nos sentamos en el suelo y nos detuvieron. Me cayeron unos siete años”. Poco más de un año después a Ricardo lo detuvieron en una situación similar cuando estaba parando el desahucio de #Fatihasequeda. Otros siete años. “Antes del desahucio nos encerramos en la sede de Goldman Sachs en Madrid. Aquello fue la bomba”. A estas dos detenciones se suman dos causas más por parar desahucios que tenía y que ya están archivadas.

Ricardo cree que la causa de #Carmensequeda está prescrita porque no ha vuelto a tener noticias sobre ella. Y de la segunda detención no le ha llegado nada por el momento. “Pero te crea una incertidumbre de vida. Tienes una serie de causas que te pueden truncar el futuro”.

Ricardo ya estuvo en la cárcel hace unos años. “Tenía una condena por desórdenes públicos. Como soy de sangre caliente, quemé neumáticos en la carretera de Andalucía en una huelga general”. Entró en prisión en marzo de 2013 con una condena de cuatro meses y 16 días. Estuvo en prisión un mes y medio.

Ricardo Rosado es la plataforma stop desahucios
Ricardo después de haber parado el desahucio con la PAH de Parla.

Cabeza de turco para visibilizar los desahucios

Ante la posibilidad de pasar 14 años en prisión con las últimas condenas por participar en el paro de desahucios, “piensas en tu familia: ¿van a tener mis hijos estigma por tener a su padre en la cárcel? ¿Qué va a ser de ellos mientras yo estoy allí? Pero luego también está la parte política, si realmente tenía que haber cabezas de turco para que la gente viera lo disparatado que era todo esto, yo me ofrecía. Que se vea lo que está pasando. Así que yo voy a entrar en prisión si tengo que entrar. Lo veía así y hoy lo sigo viendo así».

–¿Y multas?

–Puf, acumulo un montón. Multas por la ley mordaza tengo ya 6.000 euros. Las multas no puedes ni quieres pagarlas. Te causan un embargo en Hacienda. Cuando tenga un trabajo, Hacienda me quitará el dinero. El estropicio es brutal. Yo no entiendo que esté cometiendo un acto vandálico o delictivo por juntarme con más de 20 personas para parar un desahucio. Intento defender derechos respaldados por la Constitución española y por un montón de tratados internacionales. Quienes están cometiendo el delito son los políticos, no soy yo por parar desahucios. El artículo 47 de la Constitución es muy claro. No me arrepiento y de hecho sigo haciéndolo. Yo soy el que se expone más en los desahucios, el que habla con la policía”.

Ricardo nunca se imaginó todo lo que le iba a pasar. “Ahora sigo en la PAH para evitar que la gente pase lo que yo he pasado y estoy pasando. La vivienda es un bien público y no un bien de consumo. La vivienda está concebida para vivir la gente y no para especular. Está reconocido internacionalmente, no lo decimos nosotros en la PAH porque estamos locos. Cuando llevé a mi hijo al médico me sentía culpable de todo aquello. Me sentí una persona fracasada y que había fracasado como padre. Luego el pensamiento evolucionó y sé que no soy culpable, soy víctima. Yo solo quiero tener una vida digna por el mero hecho de ser persona”.

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  1. Ana Estrella Hernandez Munilla

    un buen retrato de la sociedad que nos hemos dado.
    Entrevista valiente y comprometida.
    Buen trabajo por parte de la periodista.
    Enhorabuena.

  2. Cristina

    Soy estudiante de la Universidad de Coruña de Sociología y estoy realizando un trabajo con temática de desahucios. Esta entrevista es
    uy buena y sería genial contactar con Ricardo.
    Un saludo.

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