Historias cotidianas que solemos ignorar

Salud mental

TOC: las obsesiones que provocan pánico

Damián Alcolea tiene obsesiones que le provocan pánico

“A los 13 años fui llorando a mi madre y le dije: Algo no funciona en mi cabeza”.

Damián Alcolea tiene 40 años, es de Socuéllamos (Ciudad Real), vive en Madrid y tiene TOCTrastorno Obsesivo Compulsivo–.

Damián es afectuoso, entusiasta, habla mucho y de una forma dulce.

Qué es el TOC

“El TOC es un trastorno de ansiedad que padecemos aproximadamente un millón de personas en España. Se caracteriza por tres componentes. Bueno, realmente se suelen decir dos, pero a mí me gusta añadir un tercero. El primero son las obsesiones, que son los pensamientos intrusivos, recurrentes y que te provocan un nivel de ansiedad y pánico muy grande. Es un pensamiento que no te puedes quitar de la cabeza. El segundo componente que a mí me gusta añadir es la emoción, que es esa ansiedad y ese pánico”.

“Para neutralizar la emoción entra en juego el tercer componente, que es la compulsión”. La Real Academia define compulsión como el impulso o necesidad irresistible de hacer algo. “La gente a veces se queda con la superficie, por ejemplo, lavarte las manos –esto es un ritual, una compulsión–, que es lo que casi todo el mundo conoce y relaciona con nosotros. Lavarte las manos no tiene necesariamente que ver con estar limpio, es por bajar esa ansiedad y tienes la sensación de que eso que anticipas no va a pasar”.

“Otro ejemplo, tengo la obsesión de que va a pasarle algo a alguien que quiero y la mente me manda imágenes de que le pasan cosas. Imagínate, de un accidente de coche. Esas imágenes me generan ansiedad. Una ansiedad o un pánico muy alto y para neutralizarlo compulsionamos. No lo vas a evitar, soy un adulto y sé que por ritualizar no voy a impedir un accidente de coche”. Sin embargo cualquiera de los rituales o compulsiones a Damián le sirven para tranquilizarse, para aplacar ese pánico que ha provocado la obsesión en su cabeza.

Compulsionar y ritualizar podrían parecer las recetas del éxito para aplacar a su mente, las formas ideales para contrarrestar el sufrimiento que padece. Pero no. “Al ritualizar la emoción se neutraliza, lo que pasa es que cuando compulsionas alimentas el círculo vicioso del TOC. Cuando compulsionas ganas paz en ese momento, pero le estás dando oxígeno al TOC: cada vez que venga una obsesión vas a tener ansiedad y para neutralizarla vas a compulsionar”. Las compulsiones son, por tanto, un arma de doble filo que aplaca y alimenta al TOC.

“El TOC es muy diferente de persona a persona. Yo hablo desde mi experiencia, mi visión. Con lo que no tiene nada que ver el TOC es con manías y tal porque todas las personas tenemos manías”.

La compulsión y el ritual en una persona con TOC
La compulsión, el ritual, es para neutralizar la ansiedad y el pánico.

Los rituales y compulsiones de una persona con TOC

“Mi TOC ha pasado por muchas fases. Mismo TOC que adopta diferentes formas, ha ido mutando”. Existen distintos tipos de TOC. Él ha tenido y tiene varios de ellos. Tiene el TOC de verificación, “pero ahora a un nivel más asumible”. Para este tipo de TOC él tiene sus rituales o compulsiones: “Verificar el gas, las luces, las llaves del agua, que no te has dejado nada. Cuando era pequeño recuerdo verificar como iba vestido: los calcetines, los zapatos, el pantalón, los calzoncillos, la camiseta, el jersey, la camisa… Y lo tenía que hacer una y otra vez. Recuerdo una excursión de pequeño que me puse a repasar lo que llevaba puesto: los calcetines, los zapatos, el pantalón, los calzoncillos, la camiseta, el jersey, la camisa…”. Dice esto y se pone de pie, rígido y por momentos tembloroso. Así estaba de pequeño, repasando una y otra vez toda la ropa que llevaba puesta. “Mi compañero no sabía qué pasaba porque no lo estaba diciendo en alto, lo estaba repasando mentalmente. Él me vio así, de pie, atascado. ‘¿Pero qué te pasa?’, me preguntaba. Y yo ahí repasando todo lo que llevaba. Es todo muy agotador. Y es diabólico. Y a veces si te interrumpen sientes que tienes que volver a empezar el ritual”.

“También tengo el TOC de lavado”, dice mientras hace que se lava las manos. “Yo cuando era niño me lavaba las manos con lejía. Se me abrían las manos en rajas, tuve eccemas. Antes te he dicho que esta compulsión no tiene necesariamente que ver con querer estar limpio, pero de pequeño sí que lo hacía por el deseo de estar limpio. Yo no podía tocar el suelo, a una persona… Tenía la sensación de estar sucio, de estar contaminado, y eso me creaba ansiedad”.

“Un TOC muy jodido es lo que se llama obsesivo puro: solo lo haces mentalmente, no haces nada físicamente. Yo ese lo tengo. Hay números buenos y números malos para mí. Si estoy contando haciendo mi ritual y termino en un número malo, tengo que empezar otra vez a contar desde el principio”. Damián cuenta cosas tan sencillas como las distintas acciones que realiza cuando se levanta: abrir el grifo, lavarse los dientes, etc. Va contando cada una y si termina en “un número malo” vuelve a empezar. “Gente que me vea desde fuera no lo ve porque es mental, estoy contando, no estoy haciendo nada, solo cuento. Pero yo sé que estoy sufriendo y lo estoy pasando mal”.

Las obsesiones de una persona con TOC

“Todo nace de ahí, de las obsesiones. Descubrir esto cambió mi vida. Descubrir que las obsesiones son pensamientos egodistónicos”.

–¿Eso qué quiere decir?

–Las obsesiones van a atacarte donde más saben que pueden hacerte daño. Imagínate, a mí me gustan los niños, pues voy a tener obsesiones de yo abusando de niños. Por eso el malestar, el pánico, que entra es muy heavy.

Damián tiene un vídeo titulado Cómo dejé de obsesionarme por todo. El vídeo empieza así: “Estoy en el andén de la estación rodeado de gente. El metro se acerca por el túnel y de pronto un pensamiento intrusivo me invade: tirarme a la vía. Es algo que yo no quiero hacer, pero ese pensamiento sigue adherido como velcro a mi mente y cuanto más trato de huir de él, más me domina”.

Por eso Damián dice que lo de lavarse las manos, no pisar las rayas del suelo o chequear el gas es una imagen incompleta que tiene mucha gente de los que es tener TOC. Hay que tener presente la obsesión que provoca que él tenga que realizar esos rituales para calmar la ansiedad o el pánico. Y el nivel de sus obsesiones es ese: abusar de niños o querer lanzarse a las vías del tren. “Estos pensamientos suponen lo más opuesto a nosotros ética y moralmente”.

En el vídeo Damián explica: “La parte que no se ve y que provoca más vergüenzas: las obsesiones. Son pensamientos tan oscuros que te llevan a preguntarte ¿por qué pienso yo esto? Soy una persona horrible. Y en este diálogo nuestra ansiedad aumenta y acabamos entablando una relación de esclavitud con nuestros propios pensamientos”.

–El título del vídeo insinúa que ya has dejado de obsesionarte por todo…

–Ahora solo me obsesiono por unas cosas –dice soltando una carcajada–.

Como dice en este mismo vídeo: “Los pensamientos no se pueden controlar, pero sí la actitud frente a ellos”.

Damián Alcolea tiene TOC y tiene que ritualizar para neutralizar la ansiedad
Para Damián hay números malos y números buenos.

Repetir frases como un disco rayado

“El TOC de repetición es el que más he tenido siempre, desde pequeño. De repente repetir frases sin ningún sentido, como un disco rayado”.

–¿Las dices en alto?

–Oh, sí, sí –dice con una sonrisa–. De pequeño me llamaban cansino porque repetía todo. Me recuerdo entrando en la peluquería de mi madre: Mamá, ¿me puedo ir con mis amigos? ‘Sí, sí claro’. Mamá, ¿me puedo ir con mis amigos? ‘Sí, claro’. Mamá, ¿me puedo ir con mis amigos? ‘Sí’. Mamá, ¿me puedo ir con mis amigos? ‘¡Pues ahora no te vas a ir!’. Y yo, jo, no entendía por qué no podía ir. Ella también se enervaba y era normal. Visto con la distancia es un poco cómico –dice con una sonrisa–. A mí una herramienta que me ha ayudado siempre mucho es el humor.

Todavía no lo sé, pero estoy a punto de vivir este ritual de repetir frases. Hasta ahora ha hecho alguna repetición pero no me ha llamado la atención, entiendo que forman parte de su manera de hablar, de enfatizar lo que está diciendo. De hecho me avisa una de las veces: “Esta repetición no es por el TOC”. Pero la conversación avanza y poco a poco empezaré a notar repeticiones que sí son compulsiones propias del TOC. No son muchísimas, pero sí las suficientes para no pasar desapercibidas.

“También tengo el TOC de la ordenación, el de ordenar. Ahora mismo está latente, asintomático, pero lo he vivido durante años. En ordenar la colada podía estar todo el día. Doblar, desdoblar, buscar las simetría, la perfección. Y buscas que al hacer el ritual de doblarlo lo hagas de manera perfecta y que tus pensamientos sean adecuados porque si no te toca empezar otra vez. Un mito de las personas que tenemos TOC es que la gente piensa que tenemos la casa muy ordenada y limpia como una patena. Eso no es así precisamente por el tiempo que nos lleva ordenar”.

Diagnóstico TOC y terapia

Cuando con 13 años le dijo a su madre que algo no funcionaba en su cabeza ya llevaba más de un año sufriendo y sabiendo que algo no iba bien. “Yo era un niño, no tenía conocimiento de enfermedades mentales. En esa época yo recuerdo pensar: necesito un exorcismo… Ahora lo digo y me río”, dice con un sonrisa. Poco después de dar la voz de alarma lo diagnosticaron con TOC. “Gracias a que recibí el diagnóstico salí de la mierda, con perdón. Si no fuera por el diagnóstico no sé si estaría aquí –y aun teniendo el diagnóstico no ha sido fácil, Damián ha vivido periodos de depresión, por ejemplo–. No hay que convertir el diagnóstico en una cárcel, es una herramienta que te dice, lo primero, que no estás solo, que le pasa a más personas. Para mí fue un alivio saber que había un millón de personas en España. Porque a mí me diagnosticaron y no había ni internet, yo no sabía nada de nada. Segundo, que hay herramientas terapéuticas para estar mejor. Cuando te diagnostican para mí es como un punto de partida, recuerdo que sentí alivio. Y sentí que este es mi primer paso hacia otro lugar. Por lo menos sabes que esta es la batalla que estoy luchando, que para mí es muy importante”.

“Para mí gran parte de mi proceso terapéutico se basa en la aceptación. Yo no tengo un testimonio de superación, yo no he superado nada”, dice riéndose. “En todo caso es de aceptación. El TOC puede llevarte al riesgo de exclusión de tu grupo de amigos, pareja, trabajo, familia. Pasas un tiempo luchando por querer quitártelo de encima. Quitártelo, quitártelo, quitártelo. Y hasta donde sabemos el TOC no es una enfermedad de la que te curas, es una enfermedad con la que vives. Si tú piensas ‘me quiero curar’, estás todo el rato luchando contigo mismo. Entonces tienes dos problemas, el TOC y la lucha por querer curarte. El TOC forma parte de lo que yo soy. Este pensamiento me hace gestionar las cosas más en paz conmigo mismo”.

En terapia también ha adquirido herramientas de las que echar mano para no compulsionar. “Evidentemente vas a tener ganas de ritualizar, ese es el primer impulso, pero son herramientas para que tú gestiones de otra manera esa ansiedad, ese pánico, porque una vez que gestiones la ansiedad puedes estar digamos en control y decir de una manera más clara: vale, no compulsiono”. Se trata de “usar las herramientas terapéuticas que tengo para estar lo mejor posible”. Damián toma medicación. “No tengo ningún problema con la medicación. Sí estoy en contra de la sobremedicación. Yo no me siento fracasado por tomar medicación, creo que es una herramienta más. Ahora tomo lo mínimo”.

El estigma del TOC

“Hablo muy abiertamente de salud mental y de todo”. En 2014 hubo un antes y un después en su vida: dio su primera charla en público sobre el TOC. Fue una charla TED titulada Romper el estigma del TOC. En esta charla dice: “La culpa y la vergüenza asociadas al TOC hacen que en España un paciente con Trastorno Obsesivo Compulsivo tarde de media más de siete años en pedir ayuda profesional. Siete años innecesarios de sufrimiento en soledad por miedo a hablar y ser rechazado”. Fue la primera vez que habló en público y aseguró que no sería la última. Y ha cumplido, desde entonces da charlas sobre el TOC. 

“El estigma es la incapacidad social de darle presencia a una condición. No es solo que no se hable, es que se pretende que no existe. Incomprendido me he sentido muchas veces y te sientes solo. Una manera de sentirse solo es cuando a uno no le escuchan”.

“Antes de dar charlas me sentaba con mi familia y con mis amigos a hablar. Todo empieza en el círculo más cercano, que es el más difícil, y en el lugar de trabajo. Esos primeros momentos, eso es lo jodido. Decir ‘esta es mi realidad’ creo que es el camino para todo el mundo. Esto es lo que yo vivo y no me avergüenzo, no voy a bajar la cabeza ante nadie por tener TOC. No es algo de lo que me deba avergonzar”.

El TOC afecta a todas las facetas de la vida de Damián y por extensión a su familia. Cuando era niño, antes del diagnóstico, “era como un secreto a voces, todos sabían que había algo diferente en mí. Para la familia al principio es algo que no quieren ver, luego es un tabú, luego una realidad que prefiere ignorar. En mi familia se ha producido un proceso de adaptación, de aprendizaje, de extensión de conciencia, como lo quieras llamar. Mi padre es agricultor y mi madre peluquera, tampoco ellos sabían como gestionarlo. Pero estoy muy orgulloso por el camino que han recorrido. La familia sufre mucho porque ellos no saben tampoco como ayudarte”. Es un proceso que ha realizado toda la familia, pero también un trabajo de Damián. “Que se acepte la realidad de quien soy yo, igual que se acepta la realidad de quien es mi hermana pequeña y mi hermana mayor. Es un espacio que yo he conquistado”.

Damián Alcolea tiene TOC
El TOC va acompañado de un fuerte estigma.

Tú tienes la llave

Otra manera de luchar contra el estigma es su novela TOCados. En esta novela las llaves juegan un papel primordial y Damián lleva una colgada del cuello. “La llave para mí es un símbolo porque tú tienes la llave hacia una vida mejor. Cuando tú tienes TOC para mí estás en un laberinto y tienes que encontrar la manera de salir. Es como Teseo, que le dieron un ovillo dorado para ayudarlo, pero el que salió del laberinto era él. En la vida, en mi opinión, no nos salva nadie. A veces digo que Esperanza, la psicóloga que me diagnosticó, me salvó. Pero me salvó porque yo trabajé mucho para que así fuera. Solo te puedes salvar tú con la ayuda, guía, de otros. El que tiene que hacer ese cambio eres tú”.

“Que poner límites, que poner límites, que poner límites es necesario”.

–Esa repetición sí es una compulsión por el TOC…

–Sí –sonríe con cara de no siempre lo puedo evitar–.

“Para mí es tener TOC y no ser TOC porque para mí el TOC no es todo lo que soy, es una parte de lo que soy. No me identifico con que soy una enfermedad mental”. Su papel está claro, pero también necesita de la ayuda de los demás para conseguirlo.

–¿Cómo te podemos prestar esa ayuda?

–Solo estar a mi lado, sin juzgarme. Ya está, no hace falta ni que me salves ni nada. Parece que no es mucho, pero no es fácil.

Por ejemplo, no juzgarlo cuando tiene una crisis. “Yo diría que una crisis es cuando el nivel de sufrimiento es tan alto que tienes que ritualizar sí o sí estés con quien estés».

­–Conmigo estás ritualizando con la repetición de frases. ¿Quiere eso decir que estás teniendo una crisis?

–No, contigo he ritualizado pero en el nivel más bajo, no estoy en crisis. Con la psicóloga calificas tus obsesiones en nivel de perturbación. Contigo ahora es un 3 y en una crisis 10.

Escuchar sin juzgar

Damián es actor de profesión, prepara su segunda novela y un espectáculo de oratoria. Se gana la vida impartiendo clases de teatro, de oratoria y de comunicación en empresas. Y, por supuesto, sigue dando charlas sobre el TOC. Charlas donde también habla sobre diversidad en general. Damián es gay. También sufrió acoso escolar de pequeño. “Te amenazaban, te insultaban y encima el que tenía vergüenza era yo. Se metían conmigo por mis rarezas TOC y porque era gay, aunque todavía no lo sabía”.

Pero eso es parte del pasado, “para el futuro sueño con una sociedad en la que cada persona tenga su lugar y se respete la diversidad. En la que haya un trato humano, una psiquiatría humana basada en la humanidad del sufrimiento psíquico. A nivel individual sueño con vivir de lo que más me gusta que es escribir y actuar. Dar formación me gusta mucho, pero nada me llena el alma como escribir e interpretar. Espera, voy a decir algo más. De la sociedad necesitaría que nos parásemos todos a escuchar a los demás porque juzgamos muy rápido. Nos pasa sobre todo a las personas con malestar psíquico, nos pasa sobre todo a las personas con malestar psíquico, nos pasa sobre todo a las personas con malestar psíquico… Si la sociedad nos juzga tan rápido antes de conocernos, tenemos todas las de perder. Párate a escuchar sin juzgar a la persona que tienes delante”.

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  1. Ana Hernandez

    Dura vida la de Damian ,pero ÉL ha sido valiente y bravo ,al enfrentarse a esa realidad.
    Que cada vez encuentre mas ayuda por parte de la sociedad , lo mereces.
    Nosotros pasamos del desconocimiento a tener datos a través de estas entrevistas , en torno al conocimiento de estas patologías,GRACIAS.

  2. Manuel Castellanos Plaza

    Damián, yo padezco TOC desde hace 37 años. Todo lo que has declarado en esta entrevista es precisamente lo que me ocurre a mí. Imagínate: 37 años de enfermedad mental TOC y aún sigo ritualizando, aún caigo en el círculo vicioso, nuestro círculo. Me alegra saber que personas como tú hacen pública su enfermedad y contribuyen a que la sociedad nos conozca, y, con el tiempo, disminuyan el estigma y el tabú que pesa sobre nosotros. Yo he creado una petición de firmas en http://www.change.org a este respecto. Entre todos/as conseguiremos que las gentes nos acepten tal y como somos, pero, claro, hemos de aceptarnos nosotros/as tal y como somos, que convirtamos nuestra diferencia en una excelencia. Porque somos personas excelentes. Enhorabuena. ¡Ánimo, adelante!

  3. NIDIA CHACON

    PADEZCO TOC PURO Y LO DESCUBRI HACE APROXIMADAMENTE DOS AÑOS Y MEDIO CUANTO TUVE MI HIJA Y EMPEZARON A LLEGAR UNA SERIE DE PENSAMIENTOS EN FORMA DE IMAGEN , DE HACER DAÑO LLORE MUCHISIMO ME SENTIA COMO LA PEOR MADRE DEL MUNDO, ESTABA 7 POR 24 CON MI BEBE RECIEN NACIDA Y SENTI EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO MAS GRANDE A LO LARGO DE MI VIDA , PEDI AYUDA SENTI TANTA VERGUENZA , SENTI QUE MI DIGNIDAD Y OGULLA QUEDABAN POR EL PISO , ME SENTI LA MUJER MAS FRACASA DE ESTE MUNDO , ME CASTIGABA Y ME ECHABA LA CULPA POR TENER ESE TIPO DE IMAGENES EN MI CABEZA, AL DIA DE HOY ESTOY MEDICADA Y UN POCO MEJOR Y TRABAJANDO EN LA ACEPTACION

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